"PARA QUE COMARCAS PARA LOS INDIOS SI ELLOS NO TRABAJAN"

COMARCA KUNA YALA, 1993

AIBAN WAGUA

"Si soy dueño de esta tierra, si mis padres han sido los primeros en escuchar el canto de las aves sobre esta Abia Yala, ¿cómo un extranjero, que vino a robar esta tierra nuestra, me va a decir que aquí y con esos limites debo vivir?. Soy yo, somos nosotros quienes debemos decir dónde queremos vivir", -nos decia el argar kuna Olonaidiginia en una sesión de nuestro congreso kuna. Este es el grito de la conciencia indigena, que golpea cada vez con más fuerza, con nuevos métodos y mayor claridad no sólo en Panamá, sino a nivel de Abia Yala. Los acontecimientos que protagonizamos los indígenas con relación a la tierra y que hoy parecen sacudir con acentuado "salvajismo", llevan la marca inconfundible de esa conciencia.

Los gobemantes tienen los oídos demasiado pegados a las IFIS, lo que les incapacita para percibirla, y prefieren, entonces, despreciarla como flechazos salvajes. En este sentido, el analfabetismo de los gobiernos a lo largo de América i atina, con respecto a las raices del Continente, es extremadamente enfermizo. "Los presidentes venden muy rápido y muy barato a la patria, -dirá un saila kuna-, porque no saben quiénes son sus abuelos ni cómo obtuvieron esta tierra". Y ninguna democracia es factible sobre tanta ignorancia agresiva, con respecto a las raices que subyacen como alternativas no sólamente juridicas, sino de convivencia humana.

Las autoridades gubernamentales aún se preguntan, ¿por qué comarca, por qué tierra, por qué reserva para los indios, si ellos deben integrarse, si las comarcas son jardines de miseria?. Es como si nos preguntáramos ¿por qué el canal para los panameños, si los panameños son ciudadanos del mundo y el canal es un pro mundi beneficio? Desafortunadamente, nuestras autoridades nacionales están muy lejos de tener idea de lo que supone una Comarca, un Territorio, una Reserva para un Pueblo o, mejor, de un Pueblo. Y nos hablan, con una espontaneidad que asusta, de integrar a los indígenas, y ponen a la marginación, a la pobreza, como consecuencias de la falta de integración. Quisiéramos responderles desde nuestra postura indígena. Tenemos que empezar por preguntarles a que integración se refieren ellos. ¿A qué sistema deberíamos integrarnos los indígenas? ¿A propósito de qué? ¿Para que nos sujetemos al proyecto nacional de la clase dominante, que margina la mayoría ciudadana...?

Y si nos hablan de una integración económica, los indí genas panameños tenemos sobradas razones para afirmar que el gobierno actual, al igual que los anteriores, no se ha preocupado en lo más mínimo por afrontar esa "integración", sino sólo por ir dándonos pequeños paliativos, como valium para adormecernos. Los kunas, por más de veinticinco años -que el gobierno de justicia revise sus archivos- venimos exigiendo que abran los puestos de venta en los mercados panameños para nuestros cocos. Aproximadamente 25 millones de cocos anuales producimos en la Comarca y Panamá no compra ni un solo coco kuna. Los emberás están desesperados viendo podrirse sus plátanos que no encuentren salida y los regalan hasta B/1.00 el ciento; mientras que los kunas estamos comprando a B/8.00 el ciento a los colombianos, porque nuestras tierras no son tan buenas para el plátano. Los gn&oulm;bes producen café y ¿a qué intermediarios se ven forzados a arrimarse y qué apoyo gubernamental reciben?

El gobierno sigue sordo, hablando de integrar a los indios, como si se tratara de meter en un establo a vacas negras junto a las pintas. Pero en realidad, lo que prefiere es que los kunas sigamos con un "contrabando legalizado" con Colombia (únicamente las canoas colombianas nos compran los cocos), sometiéndonos al capricho de los canoeros colombianos y a sus vaivenes económicos y clandestinaje. Téngase en cuenta que toda la canasta básica, lo elemental para nuestra subsistencia, no nos llega de Panamá, sino de Colombia. Las pequeñas canoas colombianas son las que nos suministran el arroz, el azúcar, el café... y, según la ley panameña, es de "contrabando". Si algún día tenemos un envenenamiento masivo por esos productos, ¿qué ley nos protege?

Entonces, ¿ qué integración se refieren los gobernantes: a que los kunas dejemos de ser kunas, los emberás vendan sus tierras y dejen de ser emberás, y los ng&oulm;bes dejen de exigir la Comarca, para que los terratenientes, los hacendados, los depredadores de las selvas, los mineros "roben legalmente" las tierras ng&oulm;bes y desalojen a sus verdaderos dueños y los presionen a mendigar por las calles de David? El indígena nunca va a poder pagar a un abogado para sacar el título de propiedad a su terroncito y eso lo saben muy bien los gobernantes.

A través de la historia, los indígenas no sólo hemos sido marginados y olvidados, sino buscados conscientemente para acabarnos, sojuzgarnos, someternos. Y cada vez que nos defendemos, la sociedad dominante grita que somos salvajes, y ya el término salvaje, cuando se refieren a nosotros los indígenas, no dice otra cosa más que la defensa del agredido. Y el insulto ya no nos lo profieren sólo los de "la baja cultura de la calle", sino los mismos ministros del gobierno.

Las posturas más sentidas del actual gobierno y sus debates en torno a la práctica del indigenismo integracionista, y su oposición a la demarcación de los territorios indígenas, (desde algunas declaraciones oficiales) no se refieren a la integración de los pueblos indígenas en el "territorio nacional" con sus derechos históricos y sus culturas específicas respetados; sino que conlleva la muerte de esos derechos, la eliminación de las originalidades, la asimilación total.

El sistema integracionista y sus métodos de muerte, totalmente anacrónicos e intolerables, que nuestras autoridades parecen querer acentuarlo en contra de nuestras comunidades indígenas, empezó a implantarse desde que Colón pisó las tierras indígenas. Es el odio a la existencia de pueblos diferentes y no ha traído más que miseria, marginación, ignorancia, muerte. Por lo tanto no son las comarcas indígenas ni las reservas las que marginan, destruyen, desnutren, matan a los indígenas. Esos son efectos directos de tantos y tan sofisticados métodos de integración compulsiva a que han querido someter a nuestros pueblos indígenas. Es la siembra de la sociedad dominante que se cree modelo y único y pone a toda otra manifestación social diferente como su apéndice. El sistema integracionista, que no permitió la presencia de otros pueblos, fue el qu eliminó en pocos años a 75 millones de abuelos nuestros a lo largo de Abla Yala. Y en Panamá nunca se ha manejado otro tipo de indigenismo más que el integracionista y, del peor calibre, con relación a los indígenas. Y que lean un poco las motivaciones, los objetivos de la Política indigenista, del sistema educativo actual, de los textos escolares...

Desde la utilizaci&oaucte;n de las misiones católicas, a través de las escuelas, hasta las leyes más tiernas, que han salido de los gobiernos panameños, no se ha pretendido otra cosa que integrar al indioa un sistema que ni siquiera es nacional. Diaz Polanco dirá que "el indigenismo integracionista resulta una versión más elaborada de la vieja y tradicional política asimilacionista que ha implementado el sistema capitalista. Así, el postulado de la integración, bajo el respeto de las singularidades indígenas, se reduce a sus verdaderos términos: disolución, a secas, de los pueblos indígenas"(1). Vamos a tomar algunas fechas que dicen mucho de ese odio a las singularidades indígenas y las respuestas que han ido dando nuestros abuelos a los atropellos. Tomamos el caso kuna. Vamos a partir desde la invasión española:

-1598

Una expedici&oaucte;n de colonización parte de Santa Fe de Antioquia. Cerca de doscientas personas. La empresa fracasa al cabo de dos años a causa de la "hostilidad" de los indios (2).

-1617

Cansados de tantas vejaciones, se sublevan los indígenas entre el Chepo y Puerto Pinos (3).

-1621

Francisco de Maldonado y Saavedra organiza en España una expedición de pioneros para el Darién. Más de cuatrocientas personas parten de Sanlúcar a las cuales vienen añadidas otras tantas en Cartagena de Indias. Se desembarcan en el Golfo de Urabá, poco tiempo después sólo 115 sobrevivientes llegan a Tolú: una organización defectuosa y disidencias entre los jefes de la expedición convierten a los ilusionados en presa fácil de los indígenas (4).

-1680

Los indígenas, aliados con los bucaneros, guían la guarnición, se apoderan de Santa María la Antigua (tierra de Cémaco). En número, los españoles ciertamente muy superiores, pero la presencia indígena es decisiva y, por lo demás, conocedores profundos de las armas y tácticas españolas. Ante la avalancha, viene cerrada la Mina de Cana en 1685 (5). Los españoles se ven precisados a firmar un tratado de paz y de alianza con los indígenas del Darién. La alianza será espúrea debido a una larga cadena de experiencias de atropellos anteriores, y, a fines del siglo XVII, los indígenas se enemistan nuevamente con los españoles.

-1685

El Consejo de Guerra se reún en Madrid. Se estudia la reducción de los indígenas (Darién), para que no ayuden a piratas: su destierro a otras partes de América o su exterminio. El Consejo recomienda la conquista de Darién por una armada española, el exterminio y el poblamiento nuevo (6).

-1702

Juan Rash se desembarca en las islas de San Blas con los filibusteros ingleses y guiados por los indígenas penetran hasta la ciudad de Santa Cruz de Cana. Ocupan las Minas de oro (7).

-1719

Los indígenas se alzan nuevamente contra los españoles y destruyen los puestos de la misión. Parece ser en Madungandi y Aglaseikua (8).

-1725-56

Otra "rebelión" indígena contra España. Las Minas de oro de Cana son abandonadas. Los indígenas eran guiados por Luis García, un mestizo (9).

-1728

El "presidente de Panamá Don Manuel de Alderete emprende la conquista a raíz del levantamiento de los indígenas contra Cana y Santa María. La empresa se malogra con un costo de cien mil pesos (10).

-1739

Se proyecta un nuevo exterminio de los cunacunas (kunas) (11). El proyecto prevee el empleo de los indios enemistados con los cunacunas, blancos, mestizos y mulatos. Una vez reducidos, los kunas debían ser transportados a Cuba y Santo Domingo para las excavaciones de cobre (12).

-1741

Los españoles concluyen un tratado de paz con los kunas. En el tratado vienen incluídas 67 familias franco-kunas que vivían allí (13).

-1757

Cansados de tantos engaños, los kunas se alzan contra los franceses que son masacrados incluyendo algunas familias mestizas (14).

-1775

Hay un levantamiento de indígenas en el Alto Bayano. Tres años más tarde el levantamiento toma nuevo vigor dirigido por el kuna Bernardo Estola y apoyado por los ingleses (15).

-1784-92

Acciones militares conjuntas de los ejércitos de Panamá y de Cartagena debían limpiar el terreno de los indios y permitir la instalación de colonizadores venidos de Cartagena y Lorica. La empresa se convierte en una larga guerra de guerrillas que hacen más de un millar de muertos, doscientos inválidos y cuesta más de cinco millones de pesos, sin ningún resultado (16).
Entre estas fechas aparece otro de los documentos de pacificación de los indios "Proyecto de Pacificación de la Provincia de Darién" (17).

-1790

Se celebra otro tratado de paz entre los españoles y el cacique de los indígenas (18).

-1800

Se habla de abrir el canal interoceánico por Caledonia (Coetupu) y Sogubdi, por lo tanto, por el territorio de los kunas, aprovechando el río Tuira (19).

-1847

Nace un nueva idea de posibilidad de Canal entre el Chepo y Carti. Fue abandonada la idea a causa de cordilleras elevadas (20).

-1850-80

Se comenta sobre el canal desde la bahía de Caledonia (Coetupu) hasta el Golfo de San Miguel. De nuevo por la tierra de los kunas (21).

-1903

Panamá se separa de la Gran Colombia. Se rompe la unidad territorial kuna. Quedan divididos: unos en Caimán Nuevo (Colombia), otros en la Comarca Kuna Yala (Panamá).

-1906

El presidente de Panamá Amador Guerrero pide a Carlos Robinson un grupo de niños kunas para civilizarlos en la ciudad. El 27 de octubre del mismo año salen 17 niños kunas para "civilizarse en la metrópoli". Con ellos se inaugura en la ciudad la "Escuela de Indígenas". "Una escuela de indígenas para atraer a los naturales de San Blas a la civilización y por medio de ellos procurar estos mismos servicios a los habitantes de toda es región inexplorada y bárbara" (22).

-1908

Se dicta la Ley 59 de 1908 sobre la civilización de los indígenas: "El Poder Ejecutivo procurará por todos los medios pacíficos posibles la reducción a la vida civilizada de las tribus salvajes indígenas que existen en el país" (23).

-1915

Se erige la isla de el Porvenir como la "Intendencia" de San Blas, actual Kuna Yala.

-1925

Los kunas cansados de tantos atropellos, de tantas técnicas violentas de integración... se levantan en armas y se hacen respetar.

-1953

Se dicta la Ley 16. Ley totalmente integracionista y militar. Da poderes plenos al jefe militar para integrar a los kunas al sistema dominante: "La autoridad administrativa superior de la Comarca la ejerce el Intendente..." (art.3. Ver las atribuciones del Intendente y el papel de las autoridades tradicionales que vienen a ser empleados de la intendencia: art.6, art.10ss).

Desde luego, estas cápsulas históricas no son nada exhaustivas, llenaríamos muchas hojas. Y es una pequeña muestra del caso kuna. Los ngöbes, emberás, nasos, tienen otras tantas, tan ingratas como esas. Y ¿qué es lo que nos manifiestan esos proyectos de muerte? Que el sistema integracionista, que parece defender el actual gobierno, no es más que una inhumana pretensión de acabar con otros pueblos y que, a través de la historia, no ha dado ningún resultado positivo más que de muerte, marginación, racismo, discriminación laboral, desprecio..., por lo tanto, en un estado democrático, no debía ni siquiera salir de la boca de una autoridad que se deje respetar. Y a estas tácticas se las conoce como: genocidio, etnocidio y, como lo suele llamar Eduardo Galeano, otrocidio.

Por eso, el mismo Galeano, afirma con mucha lucidez: "Los indios de las Américas, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Para ellos, la conquista continúa. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser. Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre de Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre de Dios del progreso" (24) y de la falsa integridad nacional.

Nuestros padres entienden a la Madre Tierra como la madre que nos acoge y envuelve y humaniza. La vida de nuestros pueblos indígenas se refleja en la fuerza de la misma tierra. El futuro de nuestros pueblos indígenas, su utopía, su proyecto de vida se enmarcan desde la maternidad de la tierra, desde el cuidado colectivo de la tierra, desde la sacralidad de la tierra. Por eso, cuando se les niega el derecho a tener la Comarca o Reserva o Territorio, no se les niega sólamente la fuente de sus alimentos, sino la misma fuente de su ser, de su identidad, de su historia, de su religión, de su derecho inalienable de ser pueblo kuna, pueblo emberá, pueblo ngöbe... La tierra como madre enmarca todo aquello que da al hombre su razón y su posibilidad de ser persona, y no sólo le posibilita la alimentación. Según esta concepción de nuestros pueblos, la perfección del hombre, consecuentemente de un pueblo, sólamente se da con la vitalidad que posee la Madre Tierra y ella también abre el camino al alma después de la muerte. Y de ahí nos nace a los indígenas el trato filial a la misma tierra, a la selva, y un trato fraterno a los hijos de esa Madre: los árboles, los animales...
Nuestros padres no pueden arrasar y destruir la selva, porque sólamente en el equilibrio con la tierra vamos a encontrar nuestro equilibrio como pueblo. Los campesinos indígenas no pueden trabajar en una sola finca hasta cansarla, ella "necesita descansar" para luego rendir con mucho más impulso. "La selva es nuestra gran nevera, nuestra gran ferretería, nuestro gran mercado. Cuando tenemos hambre, sacamos de ahí la carne fresca; cuando no tenemos casa, buscamos nuestros clavos, nuestros techos; cuando nos enfermamos, recurrimos a sus raíces, a sus hojas. Por lo tanto tenemos que custodiar nuestra nevera, defender nuestra farmacia, nuestra ferretería. Así como al uaga no le gustaría que se llevarán su refrigerador, porque tiene guardados ahí los alimentos para su familia, así tampoco nosotros podemos permitir que nos vengan a robar nuestra nevera, nuestra farmacia, nuestro mercado", -comentaba sabiamente al argar Inatugsipiler en una sesión de nuestro Congreso General Kuna.
Y a eso el uaga, que sólamente mide su vida desde el tener dinero, llama "flojera del indio". Hasta nuestros gobernantes comentan desde su agresiva ignorancia: "por qué quieren tanta tierra los indios, si no la trabajan". Que vayan a cerciorarse de la calidad de tierras de los ngöbes, que tienen que estar sembrando entre rocas para poder resistir a la muerte, mientras en las mejores tierran pastan las vacas de los ricos.

Nuestros pueblos saben con mucha profundidad que esa Madre fue violada y que nos la siguen saqueando hoy, violenta o solapadademente. Por lo tanto no puede quedar en otras manos la decisión de por dónde tienen que pasar los límites de nuestros territorios. Y ante este convencimiento, las autoridades de turno nos muestran las constituciones, y nos someten a infinidad de requisitos e intereses personales. Pero resulta que nuestros pueblos indígenas, con sus normas peculiares de vida, de ser y estar en el cosmos, de relacionarse y convivir sobre, con y en la Madre Tierra, son muy anteriores al mismo nacimiento de los Estados Latinoamericanos. Panamá, como estado independiente, sólo tiene 90 años. Y nuestros pueblos indígenas ubicados en tierras bien determinadas, con sus estructuras socio-políticas, religiosas, económicas, ¿desde cuándo vienen escribiendo a la historia, permeando nuestras vidas?. ¿O es que, de tanta ignorancia, creen que los pueblos indígenas surgieron con la independencia de Panamá? Consequentemente, desde los derechos de los Pueblos, se debía má bien hablar de la "inconstitucionalidad de las constituciones". Además, las constituciones latinoamericanas, en su mayor parte, han nacido no s&ocute;lamente a espaldas de los pueblos indígenas, sino con la pretensión de acabar con ellos, sojuzgándolos. Esta injusticia es cada vez más meridiana en el proceso de liberación que estamos emprendiendo desde hace quinientos años a nivel continental.

Nuestra conciencia de Pueblos Indígenas, en relación con la Madre Tierra, es de hijos que defienden a su madre y no de propietarios que quieren sacar más dinero de ella; se contrapone a aquella que vive sobre ella, se sirve de ella y la puede vender al mejor postor cuando quiera, porque de ella no recibe ni su historia, ni su identidad, ni mucho menos su ser en y con el mundo. El amor y el derecho de poseer la tierra de nuestros pueblos indígenas, -que lleva como consecuencia las exigencias de demarcaciones legales de la misma por la amenaza satánica de los acaparadores-, y los proyectos de ley nacidos de nuestros Congresos Generales no pueden ser captados sólamente por la vía fácil de constitucionalismos o anticonstitucionalismos.

Las normas llamadas consuetudinarias de los pueblos indígenas no son entendibles sólo desde lo meramente jurídico. Son normas de vida de nuestros pueblos que demandan una comprensión global de relaciones que se dan entre el hombre y la naturaleza, entre el poseer la materia y el equilibrio de la vida, entre el pasado que se vive en la comunidad con proyección hacia el futuro y la fuerza del presente, y todo eso mirado desde las estructuras religiosas que les dan su peso totalizador. Ubicar a esas normas de vida únicamente en un cuadro jurídico es caricaturarlas. Por lo tanto se trata de preferencias sensibleras hacia los pueblos indígenas, se trata de un reconocimiento justo, práctico y legal de los territorios ocupados por sus mismos dueños, y se trata igualmente de un reconocimiento de las estructuras nacionales, se trata de la "realización" democrática de los estados. "La Nación única y unificada, vale decir, la nación puramente geopolítica, confundida en términos absolutos con el Estado, apunta a la eliminación de las diversidades. La nación indiana apunta no sólo a la conservación, sino además, a la reproducción de las diversidades, como condición esencial de la vida democrática" (25).

"No podemos estar partiendo el territorio nacional en pequeñas parcelas", afirman las autoridades de turno ante las exigencias de las comarcas indígenas. Aquí no hace falta más que una breve lectura de la introducción de la historia latinoamericana o panameña para aclararnos. Los pueblos indígenas no han dividido el territorio indio llamado nacional. La invasión europea, primero, los nietos de los europeos junto con los criollos, en la época de la colonia, y, ahora, los terratenientes, los depredadores de la selva, la clase dominante son los que han partido y repartido a Abia Yala, consecuentemente a Panamá. Si los indígenas estamos reclamando, por justicia, lo mínimo de lo que nos queda de tanto que nos han robado, es porque se han repartido ya casi todo el botín y nos quieren condenar a la extinción.

Sin una fuerza legal que ampare nuestra tierra colectiva, donde poder vivir nuestras culturas, los terratenientes, los hacendados, los colonos, los madereros, los explotadores, clandestinos o legales, de oro van a seguir destruyendo nuestros bosques. Y ¿dónde están, pues, los que verdaderamente dividen la tierra india, llamada nacional?

Los indígenas no podemos ni debemos permitir que las pocas tierras que nos quedan, de tanto acaparamiento y saqueo, nos las sigan quitando más. Porque no sólo se trata de la muerte de nuestros sembrados, de la destrucción de nuestros bosques, de la contaminación de nuestros ríos, sino que se trata de algo mucho más grave: de nuestra muerte física y espiritual como pueblos, de la muerte de nuestras religiones, de nuestras culturas, de nuestro derecho fundamental de ser como queremos sobre esta tierra. Las relaciones que se dan entre tierra, cultura, religión, identidad, historia en la concepción y vivencia de nuestros pueblos indígenas están tan inseparablemente unidas, que quitarle un elemento implica matar los otros. Por eso, nuestro grito es fuerte, porque nadie quiere morir en vida.

Todo esto debería conllevar, por fuerza, una revisión urgente de las constituciones de los estados nacionales a nivel de Abia Yala, y desembocar en la pluriculturalidad y multinacionalidad de los estados, si no quieren seguir con la historia de genocidio, de otrocidio, de antidemocratismo.

(1) H. Diaz Polanco, La cuestión étnico-nacional. Ed. Linea. Méjico, 1985. pp.44.
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(2) S. de Santa Teresa, Historia Documentada de la Iglesia de Urabá y el Darién., T.IV, Bogotá, 1957. pp.13-14. O. Jaén Suarez, La Población del Istmo de Panamá (Del siglo XVI al siglo XX), Panamá, INAC, 1978. pp.80. [Continuar con el Texto]

(3) E.J.Castillero y E.J.Arce, Historia de Panamá, Buenos Aires, 1948. pp.51. [Continuar con el Texto]

(4) P. Simón, Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en la Indias Occidentales., Bogotá, 1882. 3a. parte, Noticia VII. Cap. LIX-LXII. O. Jaén Suarez (1978), oc.cit. p.80. [Continuar con el Texto]

(5) F.R.G.S. Cullen, Isthmus of Darien Ship Canal; with a full History of the Scotch Colony of Darien, several maps, views of the country, and original documents., London, Effingham Wilson Publisher, 1853. pp.46 47. F. Peréz, Jeografía física i politica del Estado de Panamá. Escrita de orden del Gobierno Jeneral, Bogotá, Imp. de la Nación, 1862. p.67. V. Restrepo, (Traducidos y anotados por), Viajes de Lionel Wafer al Istmo del Darién, Bogotá, Imp. de Silvestre y Compañia, 1888. p.100. [Continuar con el Texto]

(6) O.Jaén Suarez, op.cit. (1978), p.79 [Continuar con el Texto]

(7) V. Restrepo op.cit (1888), p. 107. E. Nordensklöld, An Historical and Ethnological Survey of the Cuna Indians., Göteborgs Museum, 1938. p.4 lo hace coincidir al añ 1712. [Continuar con el Texto]

(8) E. Yorke Bell, The Republic of Panama and its people, with special reference to the Indians., Smithsonian Report, 1909. p.614. E. Pérez, op.cit. p.68 [Continuar con el Texto]

(9) V. Restrepo, op.cit. p.110. L. Wafer, A new voyage and description of the Isthmus of America. Surgeon on Buccaneering Expedition in Darien, the West Indies and the Pacific from 1680., Oxford, The Hakluyt Society, MCMXXXIV. Ed. L.E. Elliot Joice. p.160. [Continuar con el Texto]

(10) H. Wassen, Anonymous Spanish Manuscript from 1739 on the Province Darien, Göteborg, Etnologiska Studier, 1940. p.89. [Continuar con el Texto]

(11) Documento manuscrito B.2717, Darien, Dictamen para el buen exito quepodría tener la Pazificación, o Conquista delos indios cunacunas de la Provincia del Darien. Documento manuscrito, 1739. Folio 3. Catalogado N.2717 en los Anales del Museo Etnográfico de Gotemburgo, Suecia. 20 folios. [Continuar con el Texto]

(12) Ibid. folio 15. [Continuar con el Texto]

(13) L.Wafer, op.cit. p.169. E. Nordensklöld, Cuna Indian Religion, en "Proceedings of the Twenty-Third International Congress of Americanists", USA., September, 1928. p.668. [Continuar con el Texto]

(14) E. Nordensklöld (1928), op.cit. p.668. L.S. de Smidt Among the San Blas Indians of Panama, giving a description of their manners, customs and beliefs, New York, Troy, 1948. p.32. O.Jaén Suarez, (1978) op.cit. p.82, éste autor, siguiendo las anotaciones de Antonio Arévalo mantiene que fue en le año 1754. [Continuar con el Texto]

(15) E.J. Castillero R. E.J. Arce, op.cit. p.68 [Continuar con el Texto]

(16) O. Jaén Suarez (1978), op.cit. pp.82-83. [Continuar con el Texto]

(17) J. Jimenez Donoso, Proyecto de Pacificación para la Provincia de Darién. Documento manuscrito, 1787. Del manuscrito No. 5-2-11-1. Servicio Histórico Militar, Alcalá 9, Madrid. [Continuar con el Texto]

(18) F. Pérez, op.cit. p.69 [Continuar con el Texto]

(19) A. Airiau, Canal Interocéanique par L'Isthme du Darien, Nouvelle Grenade., Paris, Chez France, 1860. pp.60 [Continuar con el Texto]

(20) Ibid. p.60. [Continuar con el Texto]

(21) L.S. Smidt, op.cit. p.32 [Continuar con el Texto]

(22) M.M. Puig, Los indios cunas de San Blas, Panamá, ed. El independiente, 1948. p.173. R. Falla, Articulación del Archipiélago Kuna a la Nación Panameña (1903-1930). Panamá, 1975. p.4. [Continuar con el Texto]

(23) Código Administrativo, ed.oficial., 1916. p.418. En su parte: Libro Cuarto (asuntos varios). Título Primero. [Continuar con el Texto]

(24) E. Galeano, "El otrocidio o matar al otro", en Boletín IWGIA, No.3, 1992. Lo reporta Drü, No.32, 1993. [Continuar con el Texto]

(25) F. Mires, "Nación e Indianidad": los movimientos sociales indígenas y la cuestión nacional en América Latina, en ALAI, agosto 1992. Separata. p.iv. [Continuar con el Texto]

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